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Las palabras y los gestos de Jesús serán capaces de dar respuestas adecuadas a las preguntas que surjan en nosotros

¿Quién es realmente Jesús? Puede parecer una pregunta obvia, pero si vamos con el pensamiento  a la figura de este joven de treinta años, que ha entrado en la vida de cada uno de nosotros, podremos descubrir en algun modo ha dado un sentido muy especial a nuestro vivir.

Una actividad  interesante podría ser investigar los aspectos de la vida de Jesús que han encontrado un eco particular para nuestra espitualidad.

No menos interesante, especialmente en este período en el que todos estamos obligados a detenernos, sería tomar en manos  los Evangelios o uno de tantos estudios históricos, para descubrir lo inedito que Jesús  tiene que decirnos en este dramático momento que estamos atravesando. Es como ir al encuetro de  un viejo amigo para compartir con él todas las preguntas que nos hacemos en estos momentos de profunda crisis existencial.

Jesús, junto con su sabiduría particular, combina su experiencia única como un hijo especial de Dios. El tema de la vida, de la vida plena, en todos sus matices infinitos, ha sido el objeto principal de sus discursos.

Y debe convertirse en el objetivo de la existencia de aquellos que dicen ser sus seguidores. Sus palabras, pero sobre todo sus gestos, podrán dar respuestas adecuadas a las muchas preguntas que surgen de lo más profundo de nuestra mente. Hoy más que nunca necesitamos escucharlos repetir.

Este período de Pascua, en el que se nos impide asistir a los ritos litúrgicos, puede convertirse en una buena oportunidad para activar nuevos hábitos para el futuro. Elegimos momentos específicos durante el día para sumergirnos en el silencio, no solo de palabras, sino también de hechos. Permítanos ofrecernos un tiempo para escuchar lo que emerge de nuestro interior. Si lo desea, podemos definir estos tiempos con un término conocido: ejercicios espirituales. Un tiempo en el que practicamos escuchar lo que necesitamos para dar la bienvenida a toda la riqueza de la vida que nos ha sido reservada. Como “predicador”, elegimos a Jesús mismo, a quien le dedicamos este cuaderno.

Su repetida invitación a abrirse a las necesidades del otro, su compromiso de difundir la fraternidad y la amistad, nos acompañan en estos días de preparación para la Pascua vivida en soledad. Feliz pascua.