Debemos unirnos para fortalecernos y mantenernos orientados hacia los procesos que, poco a poco, generan las condiciones de vida capaces de hacernos y seguir siendo humanos.
En estos días convulsos, cuando los vientos del conflicto extienden el poder destructivo de la guerra a nuevos territorios y apagan toda luz sobre el genocidio del pueblo palestino en Gaza, siento una gran urgencia por reafirmar nuestros pasos en el camino de la paz.
Frente a la arrogancia de quienes pretenden imponer sus propias visiones y decisiones como únicas e indiscutibles, debemos unirnos para fortalecernos y mantenernos orientados hacia los procesos que, con el tiempo, generan las condiciones de vida que nos permiten ser y seguir siendo humanos.
Ante un mundo cada vez más complejo, que requiere habilidades serias y específicas en sus diversas facetas, se vuelve importante reafirmar la necesidad de dar cabida en las relaciones a la diversidad, la pluralidad y las diferencias.
Es un proceso lento que requiere tiempo y paciencia, pero nos abre a los mil matices del arcoíris, elegido deliberadamente como símbolo de la bandera de la paz.
Sin ingenuidad, en la medida de nuestras posibilidades, manteniéndonos realistas y lúcidos ante la realidad, sigamos alimentando la esperanza y construyendo un futuro orientado a la Vida, con nuestras decisiones diarias.
Hay muchos desafíos actuales que nos interrogan sobre el futuro: la paz, los derechos, la protección del medio ambiente, la necesidad de espiritualidad…
Les recuerdo nuestro encuentro de verano en Montanino di Camaldoli del 12 al 16 de agosto. Una oportunidad para combinar las vacaciones con un tiempo de reflexión y encuentro fraterno.
Hemos intentado desarrollar algunos de estos temas en el tema del encuentro: “Deseo de Futuro”.
Un cordial saludo
Agnese