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Aún hoy existen muchos “artesanos” capaces de crear serenidad, armonía y paz

«Nos corresponde a nosotros, la humanidad de hoy, y sobre todo a nosotros, creyentes de todas las religiones, convertir los instrumentos del odio en instrumentos de paz;
Nos corresponde a nosotros proteger la casa común de nuestras intenciones depredadoras”.

(Papa Francisco)

El artesano es aquel que, con paciencia y creatividad, produce siempre algún trabajo nuevo y único, algo nuevo y útil.
Debemos pensar en las mismas características para los “artesanos de la paz” que logran, con igual paciencia y creatividad, generar nuevas situaciones de armonía y amistad.
Nos gusta pensar que aún hoy existen muchos artesanos que, en su familia, en su entorno, en su trabajo, son capaces de crear serenidad, complicidad y paz. Y si miramos hacia atrás en la historia, ¿quiénes fueron los grandes pacificadores? Ciertamente la figura de Jesucristo emerge con claridad, pero junto a él podemos reconocer a muchos otros pacificadores. En este sentido quiero citar las palabras del Papa Francisco en su histórico viaje a Irak:
«Nos corresponde a nosotros, la humanidad de hoy, y sobre todo a nosotros, creyentes de todas las religiones, convertir los instrumentos del odio en instrumentos de paz. Nos corresponde a nosotros instar enérgicamente a los dirigentes de las naciones para que la creciente proliferación de armas dé paso a la distribución de alimentos para todos. Nos toca a nosotros silenciar las acusaciones mutuas para dar voz al grito de los oprimidos y descartados del planeta: ¡demasiados están privados de pan, de medicinas, de educación, de derechos y de dignidad! Nos corresponde a nosotros poner de relieve las maniobras turbias que giran en torno al dinero y pedir con fuerza que el dinero no acabe siempre y sólo alimentando el desenfreno de unos pocos. Depende de nosotros proteger la casa común de nuestras intenciones depredadoras. Depende de nosotros recordar al mundo que la vida humana vale por lo que es y no por lo que tiene, y que las vidas de los no nacidos, los ancianos, los migrantes, los hombres y mujeres de todos los colores y nacionalidades son siempre sagradas y cuentan como los de todos ! A nosotros nos corresponde tener la valentía de levantar los ojos y mirar las estrellas, las estrellas que vio nuestro padre Abraham, las estrellas de la promesa”.
Queridos amigos, seamos también nosotros creativos y únicos, “artesanos de la paz”.